Perdónate a ti mismo y a las personas que te han herido

Publicado el 21-12-2016 en Caracas, Venezuela


"¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz toda la vida? Perdona"  

"El perdón, ciertamente, no surge en el hombre de manera espontánea y natural. Perdonar sinceramente en ocasiones puede resultar heroico. Aquellos que se han quedado sin nada por haber sido despojados de sus propiedades, los prófugos y cuantos han soportado el ultraje de la violencia, no pueden dejar de sentir la tentación del odio y de la venganza. La experiencia liberadora del perdón, aunque llena de dificultades, puede ser vivida también por un corazón herido, gracias al poder curativo del amor, que tiene su primer origen en Dios-Amor. La inmensa alegría del perdón, ofrecido y acogido, sana heridas aparentemente incurables, restablece nuevamente las relaciones y tiene sus raíces en el inagotable amor de Dios." (Juan Pablo II, l-l-97)

¿Qué significa perdonar? 

"Perdonar no es lo mismo que justificar, excusar u olvidar. Perdonar no es lo mismo que reconciliarse. La reconciliación exige que dos personas que se respetan mutuamente, se reúnan de nuevo. El perdón es la respuesta moral de una persona a la injusticia que otra ha cometido contra ella. Uno puede perdonar y sin embargo no reconciliarse, como en el caso de una esposa continuamente maltratada por su compañero." ("A definition of forgiveness", por Robert Enright, "The World of Forgiveness", octubre/noviembre de l996.)

"El perdón permite liberarse de todo lo soportado para seguir adelante. Usted se acuerda del frío del invierno, pero ya no tiembla porque ha llegado la primavera".

"El perdón opera un cambio de corazón. Debemos ponerle fin al ciclo del dolor por nuestro propio bien y por el bien de futuras generaciones. Es un regalo que debemos proporcionarles a nuestros hijos. Podemos pasar del dolor a la compasión. Cuando perdonamos, reconocemos el valor intrínseco de la otra persona".

"El perdonar no borra el mal hecho, no quita la responsabilidad al ofensor por el daño hecho ni niega el derecho a hacer justicia a la persona que ha sido herida. Tampoco le quita la responsabilidad al ofensor por el daño hecho... Perdonar es un proceso complejo. Es algo que sólo nosotros mismos podemos hacer...Paradójicamente, al ofrecer nuestra buena voluntad al ofensor, encontramos el poder para sanarnos...Al ofrecer este regalo a la otra persona, nosotros también lo recibimos."

Nota: Tomado de "Excerpts from the talks at the National Conference on Forgiveness", Universidad de Wisconsin-Madison, marzo de l995.

¿Por qué debemos perdonar? 

Un psicólogo norteamericano, Robert Enright, afirmó que las personas que han sido profunda e injustamente heridas pueden sanar emocionalmente perdonando a su ofensor. El insigne fraile dominico Henri Lacordaire dijo: "¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz toda la vida? Perdona".

Un discípulo de Jesús le preguntó: "¿Maestro, cuántas veces he de perdonar a mi hermano? ¿Siete veces?" "Siete veces no, setenta veces siete", le contestó Jesús. Perdonar es un don de Dios. La oración sincera, procedente de un corazón limpio de pecado, ayuda a "desmantelar" la ofensa, a perdonar al que nos hirió.

Los primeros pasos hacia el perdón 

A menudo una mujer que ha sido víctima de maltratos físicos o emocionales durante mucho tiempo, siente ira contra sí misma por todo lo que permitió que le sucediera. La primera persona a quien ella debe perdonar es a sí misma.

"Para poder perdonar a su agresor, la víctima debe comprender que lo sucedido fue una ofensa. Debe reconocer que ella es tan valiosa como todas las demás personas, y que sus necesidades y sentimientos son importantes. Si intenta perdonar antes de valorarse, su perdón no será apropiado. Hasta que la víctima comprenda el valor que tiene como persona, no se respetará a sí misma." ("Forgiveness and the intrinsic value of persons", Margaret R. Holmgren, "American Philosophical Quarterly, octubr e de l993.)

"Desde el punto de vista psicológico, según el psiquiatra norteamericano Richard Fitzgibbon, hay tres formas básicas de lidiar con la ira: l. Negarla. 2. Expresarla de muchas maneras mientras disimulamos que no estamos ofendidos. 3. Perdonar. El Dr. Fitzgibbon y otros psiquiatras y psicólogos, aplican una terapia que induce al paciente a perdonar, y comprueban que hay una mejoría considerable. Aquí se ve que la verdadera Ciencia coincide con el Evangelio de Cristo. Estos son los pasos terapéuticos que ellos recomiendan:

l. Confrontar la rabia interior, la vergüenza, la herida. La persona puede estar deprimida sin saber por qué, hasta que descubre la causa, oculta por muchos años o sólo por horas.

2. Reconocer la fuente de la herida, y descubrir el porqué.

3. Elegir perdonar. Aunque haya base para la ira y la venganza, no se elige eso, sino perdonar. Y no tiene que ser sólo por motivos religiosos, sino también por instinto de con servación: le va a hacer bien psíquica y físicamente.

4. Buscar una nueva forma de pensar sobre esa persona que nos ha hecho mal. Cuando lo hacemos, por lo general descubrimos que es un ser vulnerable, probablemente con heridas.

"Debemos liberarnos del dominio que la persona que nos ha herido ejerce todavía sobre nosotros mediante nuestro odio. Perdonar libera la memoria y nos permite vivir en el presente, sin recurrencias constantes al pasado doloroso.

"Todo insulto recibido puede convertirse en una nueva oportunidad de crecimiento interior, una gracia que nos envía Dios, porque al perdonar somos canales de Su misericordia. Pero además, como dice el "Padre Nuestro", la oración que el mismo Cristo nos enseñó, cuando perdonamos también nosotros somos perdonados por Dios. Si rabiamos por una ofensa, si planeamos vengarnos por un insulto, si el odio se aloja en nuestra alma, el adversario (Satanás), habrá ganado la batalla arrastrándonos al mal mayor."
Nota: Esta información fue tomada del artículo escrito por Dora Amador y publicado en "El Nuevo Herald", junio 5 de l997.

Descubre tu valor y tu dignidad como hija de Dios

Su Santidad Juan Pablo II dijo: "Si las niñas ya en la más tierna infancia son marginadas o consideradas menos valiosas, sufrirán en grave menoscabo la conciencia de su dignidad y se verá comprometido inevitablemente su desarrollo armónico."

A veces los padres están enfrascados en sus propias batallas, y no se dan cuenta de que no les están dando a sus hijos el amor y la atención que necesitan. Existen también infinidad de casos de maltratos físicos, sexuales y psicológicos que dejan hondas huellas no sólo en el cuerpo sino también en el alma de los menores.

Quizás en tu infancia no recibiste todo lo que necesitabas para tu desarrollo psicológico y espiritual. Debido a esto, no te valoras debidamente a ti misma. Si es así, no sabes poner ciertos límites a las demás personas, y en particular a tu abusivo esposo o compañero. A veces hasta quizás inconscientemente llegaste a creer que no merecías un trato mejor.

No culpes a tus padres por los errores que cometieron contigo, pues ellos también quizás eran personas muy heridas. Los errores que cometen los padres a veces pasan de generación en generación. Sin embargo no temas, el perdón y el amor de Dios se extienden hasta las mil generaciones.

Medita sobre el verdadero significado de las palabras de Jesús: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Esto quiere decir que para poder amar a tu prójimo, debes amarte primero, aunque no solamente, a ti misma. ¿Cómo vas a poder amar o valorar apropiadamente a ninguna otra persona, si no te valoras y te amas a ti misma?

Tampoco dejes que lo que otras personas digan o piensen de ti determine el valor que te vas a dar a ti misma. El rechazo padecido, la culpabilidad malsana, la vergüenza y los abusos nos llevan a creer que no tenemos valor como personas.

Debes "anclarte" en el amor de Dios, que todo lo perdona y todo lo sana. Cuando comiences a experimentar el amor de Dios por ti, comenzarás a amarte a ti misma y a sanarte.

Promesa de gran valor pedagógico: "Sólo por hoy" 

Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.

Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto, seré cortés en mis maneras, no criticaré a nadie, y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mí misma.

Sólo por hoy seré feliz con la certeza de que he sido creada para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino también en éste.

Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias sin pretender que las circunstancias se adapten a mis deseos.

Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que así como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, la buena lectura lo es para la salud del alma.

Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.

Sólo por hoy creeré firmemente - aunque las circunstancias me indiquen lo contrario - que la paternal providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.

Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo a gozar de lo bello y a dejarme conquistar por la bondad. Puedo hacer bien durante doce horas; lo que me abrumaría pensar que tengo que hacer durante toda la vida.

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