Publicado por: ACI Prensa

Papa Francisco: Sirvamos a los demás

Publicado el 07-08-2016 en Vaticano


En sus palabras previas al rezo del Ángelus, frente a una Plaza de San Pedro colmada de fieles y peregrinos, el Papa Francisco alentó a prepararnos para el encuentro final con el Señor sirviendo a los demás y rechazando las injusticias.

Para poder participar en “el día luminoso de la eternidad”, dijo el Santo Padre, es necesario “estar preparados, despiertos y comprometidos en el servicio a los demás”.

Reflexionando sobre el Evangelio de hoy, Francisco indicó que “Jesús habla a sus discípulos del comportamiento a seguir en vista al encuentro final con Él, y explica cómo la espera de este encuentro debe impulsar a una vida rica de obras buenas”.

“Es una invitación a dar valor a la limosna como obra de misericordia, a no poner confianza en los bienes efímeros, a usar las cosas sin apego al egoísmo, pero según la lógica de Dios, la lógica de la atención a los demás, la lógica del amor”.

El Señor, dijo el Papa, “se ha hace presente cada día, llama a la puerta de nuestro corazón. Y será beato quien le abra, porque tendrá una gran recompensa: es más el Señor mismo se hará siervo de sus siervos”.

“Esto sucede hoy, cada vez que encontramos al Señor en la oración, o también sirviendo a los pobres y sobre todo en la Eucaristía, donde Él prepara un banquete para nutrirnos de su Palabra y de su Cuerpo”.

El Santo Padre subrayó que “el discípulo es aquel que espera al Señor y a su Reino”, y alentó a rechazar “tantas injusticias, violencias y maldades cotidianas que nacen de la idea de comportarse como señores en la vida de los demás”.

“Jesús nos recuerda hoy que la espera de la bienaventuranza eterna no nos dispensa del compromiso de hacer más justo y más habitable el mundo”, subrayó.

“Es más, justamente nuestra esperanza de poseer el Reino en la eternidad nos empuja a trabajar para mejorar las condiciones de la vida terrena, especialmente de los hermanos más débiles”.

Al finalizar, Francisco pidió la intercesión de la Virgen María para que “nos ayude a ser personas y comunidades no conformistas con el presente, o peor aún nostálgicas del pasado, sino dirigidas hacia el futuro de Dios, hacia el encuentro con Él, nuestra vida y nuestra esperanza”.

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